martes, 21 de agosto de 2012

Después de Lebintos.

        Nunca ha sido suficiente. Nunca he sido suficiente. Por más que me esfuerzo, siento que siempre te decepciono. No te bastó que fuera el constructor más importante para tu obra, que fuera yo el primero en levantarse a trabajar y el último en retirarse a descansar cada día. Nunca apreciaste lo suficiente mis aportaciones a tus diseños, mis mejoras. Te ahorré años de cansancio y lo mejor que pudiste decir fue -bien hecho-. Ni siquiera un gracias. Ni siquiera una muestra de afecto. 
Siempre me motivé pensando "Sabe que puedo más, que puedo algo mejor, cuando realmente alcance mi potencial, sentiré su aprecio, hasta entonces lo sentiré..."
Aún así nunca era suficiente para ti. Pero esto se acabo. Voy a hacer que te sientas orgulloso de mí. Voy a lograr algo que nadie ha hecho. La idea me llegó después de que me contaste tu plan de escape. Debo confesar que me aterra y no estoy seguro de lograrlo. Pero con tal de sentir que me quieres, lo intentaré. Haría cualquier cosa para que me mostraras que me quieres, y espero que con esto lo hagas. Llegaré más alto de lo que ningún otro hombre ha llegado hasta ahora. Alcanzaré a tocar la casa de los dioses.

Tu hijo.


Las lágrimas brotaban de los ojos del arquitecto mientras terminaba de leer la carta, lo único que quedó en el punto donde su hijo desapareció para siempre en el mar. "Siempre estuve celoso de él... para que no fuera como Perdix, ignoré todos sus logros, pero siempre me superó... temía que se diera cuenta... si tan solo le hubiera dicho algo..." pensaba cuando escuchó a un pescador siciliano gritar: —¿Está usted bien? ¡Oh! ¡Pero si usted es...! — Sí— interrumpió — el monstruo que escapó de su propio laberinto—.  

Naranja

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