lunes, 1 de mayo de 2017

killed by a lover

“My dear,
Find what you love and let it kill you.
Let it drain you of your all. Let it cling onto your back and weigh you down into eventual nothingness.
Let it kill you and let it devour your remains.
For all things will kill you, both slowly and fastly, but it’s much better to be killed by a lover.
~ Falsely yours”

― Charles Bukowski



Relaciones autodestructivas.
Siempre creí estar por encima.
Que no me pasaría a mí.

Que si me tocaba,
me daría cuenta
y la evitaría
me iría a tiempo
antes de que fuera tarde. .  

Que equivocado estaba.


No lo quiero aceptar.
No lo entiendo.
No puede ser.

Por momentos entiendo
me percato
me veo y no me reconozco.
El daño es claro.
Sé que debería marcharme.
Salir y nunca volver
sin siquiera despedirme.

Pero ya te necesito.
Para trabajar y para escribir.
Para reír y para llorar.
Para soñar y para despertar.
Para funcionar.  
Para vivir.

Ya eres parte de mí.
Sólo quisiera limpiar estas cenizas
irme
y no volver a encender el fuego nunca.
Olvidarte
apagar el incendio
antes de que me consuma.


Pero no me recuerdo antes de ti
y no sé cómo podría ser si me faltaras.
Hay cosas que no puedo imaginar hacer si ti.


Me dicen lo dañino que es esto
me advirtieron desde el principio.
Pero nunca escuché.
Siempre lo negué.
Creí que podría irme cuando quisiera

Te abracé como a una amante incomprendida
ignorando al enemigo que escondías.
Me atrapó tu estilo
la imagen que me dabas,
al llevarte de la mano.
Me engancharon tus perfumes
y sabores;
cuando todo lo que tienes dentro es veneno.

Te odio
y me odio por no dejarte.
Todo el tiempo pienso en largarme.
Pero creo que ya no puedo.

Sin que lo sepas
me ayudaste a escribir esto.
Me besaste incontables veces mientras lo hacía.
Pero tengo que aprovechar este instante en que te has marchado:
es momento de buscar lo que nos une.
Y si no lo encuentro
quizás por fin pueda decidirme a dejarte.

¿Dónde habré dejado mi encendedor?



Naranja

sábado, 30 de abril de 2016

Poesínismo

Maldito amor
cómo me agobias tanto
si no eres más que una reacción
nada más que un inverosímil deseo,
un capricho
al encontrar unos tejidos simétricos
bien formados. 


Naranja

domingo, 6 de marzo de 2016

Hoy te volví a ver.
Me encontré contigo en la calle,
donde menos lo hubiera imaginado.

No me dijiste nada,
sólo me observaste
y yo a ti.
Recorrí tu rostro.
O más bien lo juzgué.
Analicé cada facción
cada rasgo
tu ropa
los kilos de más
tu semblante de fracaso y decepción
tu mirada de frustración y desencanto.

Pero no,
no te dije nada.

No fue necesario
vi la reprobación en tus ojos.
Sólo fueron segundos,
o quizá un instante
pero fue suficiente.

Otra vez tú.
Tantas promesas que hiciste.
¿O yo te las hice a ti?
Siguen pendientes
Esperando a que decidas cumplirlas.
Tantos deseos y sueños
tantas aspiraciones.
Tantas fantasías y anhelos.

Huí.
Busqué alejarme.
Sumergido en los recuerdos no me di cuenta de que estabas de nuevo ahí
frente a mí.
Siempre estás ahí.  


Íbamos a comernos el mundo
y ahora sólo encuentro miedo en tu mirada
y siento terror al verte
y recordar la decepción
rememorar la desilusión
la contrariedad de tus palabras
y tus acciones.


Sólo puedo pensar en que te odio.
Te odio
¿o será que odio que no seas lo que quiero?

¿Será acaso que odio amarte?
o quizás me cansé de esperar...
de esperarte.


Huyo de nuevo.
Me refugio en casa
y creo estar seguro
lejos
hasta que te encuentro de nuevo
en ese maldito trumeau que nunca me gustó
pero siempre quise.



Naranja

amor

Te amo.


Pero no con un amor débil,
carnal y perecedero.
No con un amor frágil
exánime y endeble.


Tampoco se trata de un amor tímido
medroso e inseguro.


Te amo con un amor puro
impecable
que va más allá
de ti y de mí


Te amo
con un amor libre
de nosotros.


libre de mis miedos
y los tuyos.
de mis mentiras
y tus traiciones.
Libre de mis fracasos
y tus derrotas.


Libre de prejuicios
y perjuicios
libre de la vida
y la muerte.

Con un amor trascendente
íntegro
al que no puedo corromper
porque no lo tengo.


Con un amor sin gustos
ni disgustos
sin problemas ni soluciones
sin dudas ni sentencias.

Libre de vicios, virtudes
y defectos
libre de gritos, llantos
y gemidos.

No importan los oradores,
las historias o los recuerdos
todo eso es más efímero
que lo que tengo.

No te amo así porque sea cobarde
o porque no tenga el valor
de invitarte
de seducirte
e idolatrarte


sino porque quiero amarte
con este amor perfecto
por siempre.


Naranja

jueves, 18 de febrero de 2016

Morir



No temo a la muerte
porque sería como temer que caiga algo
después de arrojarlo.


No temo a la muerte
porque sé que me espera pacientemente
hasta que descansemos
plácidamente juntos.


No temo a la muerte
porque no soy más que un suspiro
un instante
un momento
terriblemente insignificante.


No temo a la muerte
porque no soy más que una anomalía
un milagro casual
una coincidencia.


No temo a la muerte
porque sólo soy carne, miedo y heces
pústulas y orificios
deudas, deberes, obligaciones y olvido.


No temo a la muerte
porque soy débil,
efímero,
y tengo fecha de caducidad.


No temo a la muerte
porque la evito
pero la busco,
la desprecio,
pero la necesito,
es mi enemiga,
pero todo lo que hago me conduce a ella.


No temo a la muerte
porque es tan real,
tan sencilla,
tan simple,
tan constante;


pero sorpresiva,
e inesperada.


No le temo a la muerte
porque nadie sufrirá
y quien sí lo haga también se irá.


No temo a la muerte
porque un fósforo tiene que apagarse
por haber hecho combustión.


No temo a la muerte
porque sólo soy un caldo de elementos
que desarrollaron conciencia.


No temo a la muerte
porque es una trampa
de la que me olvido siempre.


No temo a la muerte
porque es el desenlace causal
al que todos llegaremos.


No temo a la muerte
porque ni dios pudo librarse
de tal suerte. 


No temo a la muerte
porque sería ridículo.






No temo a la muerte
pero me aterra dejar de vivir.





Naranja

sábado, 26 de septiembre de 2015

25032014

Era la tarde del primero de Septiembre y sentía una mayor alegría que de costumbre. El clima pintaba excelente, sin duda había mejorado desde la semana pasada con las crueles ventiscas y lluvias que no daban ni un minuto de paz durante las horas de sol. El día no había podido haber transcurrido de mejor manera en la oficina y en la Cámara. Y sabía que mañana sería mejor.

Usualmente era el último en irse del edificio, por lo que le extrañó ver una luz aún encendida al fondo del pasillo. Más inusual se volvió el asunto cuando al irse acercando se dio cuenta que la luz provenía del despacho del, para entonces ya ex senador, Padilla Peña.

Al principio supuso que el lugar estaba vacío, y que alguien simplemente había olvidado apagar la luz, así que se dispuso a apagarla.

Pero al estar a unos cuantos metros, escuchó claramente el sonido de hojas de papel siendo acomodadas.

Ingente fue su sorpresa al encontrar dentro al mismísimo político revisando y acomodando documentos.

Empezaron a hablar, primero una conversación un tanto más protocolaria, con despedidas, agradecimientos y buenos deseos dirigidos para el ex legislador, pero al ver que estaba de tan buen humor, fue seguida de un coloquio menos incómodo.

El ex procurador se notaba cansado; pero no con el cansancio de quien ha estado revisando y archivando escritos por muchas horas, sino con el cansancio de estar harto, hastiado. Con el cansancio de Sísifo. Y con cada una de sus palabras se percibía más desgastado.

A pesar de lo casual que era la charla, para un político de su experiencia era imposible abandonar el formalismo al hablar. Para ambos lo era.

Y también era prohibido hablar de trabajo si no era sobre un proyecto futuro; o un comentario gracioso si se trataba de algo ya hecho. Nunca razones, nunca porqués.


A pesar de sus limitaciones conversacionales, el político ya retirado dijo: - Ahora es tu turno, ¿lo sabes? Ya sabes cómo hacerlas, pero ahora tienes que entender por qué así. ¿Te la has preguntado? - 
Negó con la cabeza desubicado y sin entender muy bien.
- Por la misma razón que el fontanero usa cinta permeable al hacer una instalación. Por la misma razón...
¿Lo entiendes? Tenemos que protegernos, somos las dos caras de una moneda, nosotros decimos y ellos tienen que explicar. -

Una mueca de asco siguió a las palabras de Padilla Peña. El político se despidió repentinamente con premura y se marchó. 

Lo contempló mientras se alejaba, hasta que su silueta se volvió minúscula para luego desaparecer. Y se quedó un rato más contemplando la ausencia del hombre.

Mientras salía del edificio recordó que al empezar a trabajar ahí, unos cuantos años antes, su deseo era mejorar todo, hacerlo fácil, accesible. Pero en algún punto había olvidado su meta y sólo había hecho más de lo mismo que en un principio había buscado combatir. Suspiró y reflexionó por un instante.

No se arrepintió de nada y, ahora, después de reflexionarlo tanto, lo entendía bien.



Naranja.