jueves, 22 de septiembre de 2011

Final alternativo


Este "cuento" comenzó como un proyecto, en realidad es un final alternativo para el cuento "Sorpresa" de Fredric Brown. Sin embargo, nos dejamos llevar y superó nuestras expectativas, por lo que esperamos que solo sea el inicio de lo que serán muchas producciones literarias. Esperemos les guste; son importantes sus críticas, así que siéntanse libres de criticar el estilo para que día a día mejoremos. 

Final alternativo al cuento "Sorpresa" de Fredric Brown


Mientras permaneces dormido, tu mente crea escenarios fantásticos de muertes prematuras, ventanas voladoras, castillos en el cielo, peces que se convierten en humanos, laberintos imposiblemente perfectos…caos, hermosura. Tu mente lo crea todo mientras permaneces…dormido. Dicen que cinco minutos después de que te levantas, la mitad de lo que soñaste se va por completo, tú no eres la excepción; te levantas y lo único que recuerdas es el caos, el caos de un rompecabezas que te provoca desolación. La desesperación de no recordar aquello que volvía tu vida simplemente perfecta, te vuelve loco.  ¿Por qué no todo es como en los sueños? ¿Por qué no se puede vivir soñando? ¿Por qué tiene que ser todo tan complejo y rutinario? Miras a tu alrededor y encuentras la misma cama, las mismas sábanas con las que has dormido 20 años de tu vida, volteas, y lo único que ves es a la misma mujer con la que has compartido una vida común, aburrida, sin nada maravilloso. Te levantas, miras por la ventana y ves el mismo paisaje, la misma gente pasar, los mismos caminos. Vas al baño, te lavas la cara, la misma cara que has visto durante toda tu vida, la misma expresión, el cansancio, el agobio, esa desesperación que día a día te inunda cada vez más. Antes existían cosas que te importaban, lo sabes, pero no las recuerdas, tal vez era un castillo de hielo, o quizá simplemente eran aquellos sueños que se formaban a tu alrededor con la perspectiva de un futuro brillante. Ya no hay sueños. Ya no hay nada.
Te vistes, mismo traje, mismos zapatos para dirigirte a tu trabajo, el mismo en el que te encuentras desde hace casi 10 años ya. ¿Eso cómo te hace sentir? ¿Preocupado? ¿Acaso ya no hay más? ¿Acaso ya no esperas más de esta vida? No.
Tu esposa se levanta, te observa… en ese momento te das cuenta de que hay algo en ella que te provoca un sentimiento indescriptible, similar a las náuseas, similar al asco, lo cierto es que es un sentimiento nuevo, algo que te da miedo. ¿Serán sus ojos? Esos ojos frívolos, de cuencas vacías que son incapaces de observar, solamente son capaces de ver. ¿O será su nariz? Esa nariz respingada, con arrugas a pesar de las múltiples cirugías estéticas, esa nariz que no respira vida, simplemente aire.
-Hola.
En ese momento te percatas, observas sus orejas, sus ojos, su nariz, ninguno de estos elementos te provocan esa repugnancia que te provocan las comisuras de su boca, esa gesticulación. ¿Hola? ¿Con qué descaro se atreve a pronunciar esa palabra tan común sin, por lo menos, dirigirte una mirada? En ese momento, en algún lugar exótico del mundo, específicamente en el bosque de bambúes de Japón el papel se transforma en mil grullas de origami, en Alemania alguien adivinó su nombre y provocó su muerte, una princesa mordió la manzana y cayó al suelo, el cuervo habló, -eso es todo, y nada más.
En ese momento sabes, simplemente sabes, que no puedes ser feliz con ella, porque eso fue todo, y nunca más…
Llegas al trabajo, subir las escaleras te provoca cansancio,  sin embargo es inevitable, y terminas haciéndolo, como siempre. Te sientas en tu silla, dentro de esa oficina tan oscura y gris en la que has pasado un millón trescientos noventa y tres mil cuatrocientos doce formularios. Una felicidad inesperada e inoportuna te embarga, pues el plan está hecho, no habrá nada más que contar.
Seis horas y diecisiete minutos más tarde sales de tu trabajo, aliviado, pues nunca más volverás a sentirte tan insignificante en esos grandes muros. Recorres las calles vacías mientras piensas en tu felicidad venidera. Llegas a tu hogar, los relojes suspendidos en el tiempo, el agua que jamás cayó de la llave para llegar al drenaje, el pez que jamás voló y se transformó en hombre, los muñecos que nunca se fueron, todos esperan que utilices la llave que dejará entrar al sueño dentro del sueño. Tomas el cuchillo porque debes matarla, porque solo así obtendrás libertad, porque solo así serás feliz, porque no se puede vivir soñando, ¿o sí?

Azul  y Morado   

1 comentario:

  1. Eas! Parece que hay nuevos miembros, ¿quién es morado? O tal vez la pregunta debería ser: ¿con quién hiciste ese trabajo? Como sea, bienvenido seas morado. Aquí les va mi final alternativo...

    "Y así comenzó la celebración. Tantas preocupaciones para evadir su deuda le habían robado el único deseo más grande que el de conseguir su libertad: celebrar su cumpleaños. ---Gracias amigos. Qué buen detalle por parte de mi vieja; pero ya no lo va a disfrutar. Eso le pasa por argüendera--- Se dijo a sí mismo.

    Al ver el cadáver los huéspedes hicieron un tumulto para poder ayudarle al recién ingresado. Se acercó uno de los sobrinos pequeños y le quitó el abrigo a su tío para después colocarlo en el perchero. Luego se acercó su gran camarada del bachillerato y le ofreció una copa de coñac. Ya por último se presentó el buen obispo, viejo amigo de la familia. Llegó como siempre saludando, y dando una bendición, y a pesar de su actitud introvertida le recomendó que colocaran el pesado cuerpo en la esquina, justo junto al perchero; pues no era tiempo de pensar en los caídos. ¡La fiesta había comenzado!

    Y mientras traspasaba la muchedumbre para poder rellenar la jarra con el ponche que estaba en la cocina se tropezó con las más dispares y extravagantes personalidades que había conocido durante esta última estancia que había tenido en la Tierra. --- ¿La ahijada? Miren que cambiada, de rato se consigue un ricote… ¡La madre!, ya me rompieron el portarretrato. Tan caro que salió. En fin, ¿a dónde iba? Ahh!... el ponche. Sólo falta que este gordo me deje entrar a la cocina; estorbando, como siempre. ---

    Y pidiendo permiso logró abrir el refrigerador, sólo para descubrir que algo andaba mal. Los huevos estaban colocados con el polo duro hacia arriba, a diferencia de como acostumbraba su mujer para poder proteger la albúmina. Y al juzgar el olor, dentro debería haber una calientita y recién hecha taza de café de olla. Pero era imposible. Removió los pastelillos y todo cuanto había, pero no logró encontrar el café. Al parecer el olor penetraba desde el ambiente.

    ---No me siento muy bien. Quizás no fue la mejor manera de comenzar mi nueva vida. El plan ya era dormirme temprano para alcanzar el vuelo de mañana a Bogotá. ¡Pero no se me quita lo tonto.--- Pensó

    ¡¡Py py py, py py py!! Y el despertador sonó para interrumpir ese sueño repetido, del cual sólo se acordaba en sueños. Tal vez no le era importante recordarlo cuando estaba consciente porque había estado muy ocupado y animado preparando la fiesta sorpresa de su concubina, quien ya preparaba el café en la cocina. La pobre había tenido un año de negocios muy agobiado. Llevarla a comer a un buen restorán antes de regresar a la fiesta le caería muy bien. Entonces se preguntó si ella tenía algo planeado para hacer durante el día.

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