lunes, 17 de octubre de 2011

Un hombre.

Imagina a un hombre. Un hombre que propone dibujar al mundo. Y que habla sobre otro hombre que lo hizo. Imagina a un hombre. Un hombre que nos reveló el arte ignorado de traducir. Un hombre que a sus 10 años había leído a más autores clásicos de los que tú y yo conocemos. Imagina a un hombre que recuperó y redefinió la lengua española. Imagina a un hombre que cambió la tradición militar de su familia de 5 generaciones con muchas victorias y tardes de gloria, por la incomprendida gloria de escribir. Imagina a un hombre. Un hombre que a los 9 años publica sus primeros escritos.  Un hombre que escribió por más de 60 años, pero no puede ser limitado a una corriente, ni englobado en cierta explosión, aunque él fue la pólvora necesaria. Imagina a un hombre cuyo nombre no puede ser pronunciado por muchos y su obra entendida por menos, pero nos ha influenciado a todos. Un hombre que con el título de "Inspector de aves y conejos" trascendió más en el mundo que los necios que se lo dieron. Imagina a un hombre que tenía una sola patria, pero no era la de ninguna nación. Un hombre que no se limitó por fronteras. Un hombre que habló 9 idiomas, varios de estos para poder leer las obras tal como habían sido concebidas. Un hombre que no tuvo miedo de expresar sus opiniones políticas, aunque estas lo condenaran para la eternidad. Un hombre que luego no titubeó para retractarse de ellas, al ver el panorama más claro. Imagina a un hombre que creó mil laberintos. Y que nos habló de mil más. Imagina a un hombre que inventó personajes tan bien, que aún son buscados en la historia para comprobarlo. Un hombre que divisó el infinito, y a éste mismo dentro de él. Un hombre que, debajo de una escalera, previó el Internet, sólo tres años después de ENIAC. Imagina a un hombre que soñó que alguien más lo soñaba. Un hombre que nos habló de lo que sentía la bestia. Un hombre que se dedicaba obras a sí mismo, sin escribir para él.  Imagina a un hombre que advierte que el mundo de Berkeley se apodera del nuestro. Un hombre que quedó maravillado por la Invención de Morel. Un hombre que nos habló de obras que son sólo cuánticamente posibles. Un hombre que nos señaló la maravilla que es olvidar. Imagina a un hombre que soñó el paraíso en una biblioteca, pero el infierno en un libro. O quizá en todos. Imagina a un hombre que se soñó eterno, para poder recorrer bibliotecas infinitas. Imagina a un hombre que sin poder ver, vio más que todos nosotros. Imagina a un hombre que con menos de 100 hojas por obra, se ganó la eternidad. Imagina a un hombre. Un hombre que no debe ser imaginado... http://bit.ly/qNfD1


Naranja

1 comentario:

  1. JA JA JA... acabo de entender que se intentó realizar una evidente paradoja...

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