No temo a la muerte
porque sería como temer que caiga algo
después de arrojarlo.
No temo a la muerte
porque sé que me espera pacientemente
hasta que descansemos
plácidamente juntos.
No temo a la muerte
porque no soy más que un suspiro
un instante
un momento
terriblemente insignificante.
No temo a la muerte
porque no soy más que una anomalía
un milagro casual
una coincidencia.
No temo a la muerte
porque sólo soy carne, miedo y heces
pústulas y orificios
deudas, deberes, obligaciones y olvido.
No temo a la muerte
porque soy débil,
efímero,
y tengo fecha de caducidad.
No temo a la muerte
porque la evito
pero la busco,
la desprecio,
pero la necesito,
es mi enemiga,
pero todo lo que hago me conduce a ella.
No temo a la muerte
porque es tan real,
tan sencilla,
tan simple,
tan constante;
pero sorpresiva,
e inesperada.
No le temo a la muerte
porque nadie sufrirá
y quien sí lo haga también se irá.
No temo a la muerte
porque un fósforo tiene que apagarse
por haber hecho combustión.
No temo a la muerte
porque sólo soy un caldo de elementos
que desarrollaron conciencia.
No temo a la muerte
porque es una trampa
de la que me olvido siempre.
No temo a la muerte
porque es el desenlace causal
al que todos llegaremos.
No temo a la muerte
porque ni dios pudo librarse
de tal suerte.
No temo a la muerte
porque sería ridículo.
No temo a la muerte
porque sería ridículo.
No temo a la muerte
pero me aterra dejar de vivir.
Naranja